El arte de encontrar belleza en una serie de errores.
El maestro del artista es su propia obra, la mezcla de colores y sonidos, de olores y recuerdos, el espíritu soñador de un niño y la nostalgia de un anciano.
La magia de una fuerza inexplicable que guía el trazo por etapas de sentimientos extremos donde se experimenta el amor y el odio, el apego y el rechazo, una pelea y reconciliación con la obra.
Imaginar que el lugar más lejano al frente solo es tu propia espalda, te hace recorrer al mundo sin moverte, llenando tu mente de historias jamás vistas, escuchadas o experimentadas, todo está dentro de ti, en esa voz que susurra a tu lado, quien te hace profeta de su palabra y te ofrece el don de admirar su creación.
Soy para dios, lo que el pincel es para mí.